Jesús contó otras muchas historias sobre el Reino de Dios. Por ejemplo, dijo: “El Reino de Dios es como un grano de mostaza que alguien sembró en su campo. Ustedes saben que la semilla de mostaza es la semilla más pequeña de todas.”
“Pero cuando le semilla de mostaza crece, llega a ser la más grande de todas las plantas del jardín, tan grande que aún los pájaros pueden descansar en sus ramas.”
Jesús contó otra historia, “El reino de Dios es semejante a la levadura que una mujer mezcla con un poco de masa de pan hasta que se extiende por toda la masa.”
“El Reino de Dios es también, como un tesoro que alguien escondió en un campo. Otro hombre encontró el tesoro y entonces lo vuelve a enterrar. Está tan lleno de alegría que va y vende todo lo que tiene y usó el dinero para comprar ese campo.”
“El Reino de Dios es también, como una perla perfecta de gran precio. Cuando un comerciante de perlas la encuentra, vende todo lo que tiene y usa el dinero para comprarla.”
Entonces, Jesús contó una historia a algunas personas que confiaban en sus buenas obras y menospreciaban a otra gente. Él dijo, “Dos hombres fueron al Templo para orar. Uno de ellos era un cobrador de impuestos, y el otro era un líder religioso.”
“El líder religioso oraba así”. Gracias, Dios, porque no soy un pecador como otros hombres— como los ladrones, los hombres injustos, adúlteros o aún como aquel cobrador de impuestos.’"
"Pero el cobrador de impuestos se mantuvo lejos del líder religioso, y ni siquiera miraba hacia el cielo. En lugar de esto, él se golpeaba su pecho con su puño y oraba,” Dios, ten misericordia de mí porque soy un pecador."
Entonces, Jesús dijo: “En verdad os digo, Dios escuchó la oración del cobrador de impuestos y le declaró justo. Pero no le gustó la oración del líder religioso. Dios humillará a todo aquel que sea orgulloso, y enaltecerá a cualquiera que se humilla a sí mismo.”