Entonces, Jesús dijo a sus discípulos que entraran en la barca y navegaran hacia el otro lado del lago mientras él despedía a la multitud. Después de que Jesús hubo enviado a la multitud, subió a la ladera del monte a orar. Jesús estuvo allí solo, y oró hasta bien entrada la noche.
Mientras los discípulos remaban en la barca, pero ya tarde en la noche sólo habían conseguido llegar a la mitad del lago. Ellos remaban con gran dificultad porque se había levantado un fuerte viento que soplaba contra ellos.
Los discípulos se asustaron mucho cuando vieron a Jesús, porque pensaron que estaban viendo un fantasma. Jesús sabía que ellos tenían miedo, así que les llamó y les dijo, “No tengan miedo. ¡Soy
Así que, Pedro se bajó de la barca y empezó a caminar hacia Jesús sobre la superficie del agua. Pero después de caminar una corta distancia, quitó su mirada de Jesús y se puso a mirar a las olas y a sentir el fuerte viento.
Entonces, Pedro tuvo miedo y comenzó a hundirse en el agua. Gritó, “¡Maestro, sálvame!” Jesús extendió la mano de inmediato y lo agarró. Luego le dijo a Pedro, “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?"
Cuando Pedro y Jesús subieron a la barca, el viento inmediatamente dejó de soplar y las aguas se quedaron tranquilas. Los discípulos se asombraron. Adoraron a Jesús, diciéndole, “Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios.”