En los días de esos reyes, el Dios del cielo establecerá un reino que jamás será destruido, ni tampoco será conquistado por otro pueblo. Romperá los otros reinos en pedazos y acabará con todos ellos, y permanecerá para siempre. Así como usted vio, una piedra fue cortada de la montaña, pero no por manos humanas. Rompió el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro en pedazos.