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El pueblo también debía hacer un altar en frente del tabernáculo de reunión. Cualquiera que hubiese desobedecido la ley de Dios debía traer un animal al altar. Luego un sacerdote lo mataría y quemaría en el altar como un sacrificio a Dios. Dios dijo que la sangre del animal cubriría el pecado de la persona. En esta forma, Dios ya no vería el pecado. Esa persona quedaría "limpia" a la vista de Dios. Dios escogió a Aarón, hermano de Moisés, y a su descendencia para ser sus sacerdotes.