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Entonces Felipe se dirigió al carruaje. Oyó al etíope leer la palabra de Dios. Él estaba leyendo lo que había escrito el profeta Isaías. El hombre leyó: "Lo llevaron como a un cordero para matarlo, y como el cordero es silencioso, no dijo ni una palabra. Lo trataron injustamente y no lo respetaron. Le quitaron la vida".