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Los profetas de Baal se pasaban casi todo el día clamando a Baal. Finalmente dejaron de clamar. Entonces Elías puso la carne de otro toro en un altar para Dios. Después de eso, le dijo a la gente que echaran 12 enormes jarrones de agua sobre el sacrificio hasta que la carne, la madera e incluso el suelo alrededor del altar quedaran completamente mojados.