Para la primera señal, Gedeón puso la piel de una oveja en el piso y le pidió a Dios que dejara el rocío de la mañana caer solo en la piel de la oveja y no en el suelo. Dios lo hizo. La siguiente noche, él pidió que el suelo estuviera mojado pero la piel de la oveja seca. Dios también lo hizo. Por causa de esas dos señales, Gedeón creyó que Dios realmente quería que él salvara a Israel de los madianitas.