Entonces Dios dijo a Elías que fuera al desierto para esconderse de Acab. Elías se adentró en el desierto, a cierto arroyo donde Dios lo dirigió. Cada mañana y cada tarde, los pájaros le traían a Elías pan y carne. Durante este tiempo, Acab y su ejército buscaban a Elías, pero ellos no pudieron hallarlo.