El carcelero temblaba al acercarse a Pablo y a Silas y les preguntó: "¿Qué debo hacer para salvarme?" Pablo respondió: "Cree en Jesús, el Maestro, y tú y tu familia serán salvados". Entonces el carcelero llevó a Pablo y a Silas a su casa y les lavó las heridas. Pablo predicó las buenas noticias acerca de Jesús a todos los que estaban en su casa.