Dios también envió a muchos otros profetas al pueblo de Israel. Todos ellos le dijeron al pueblo que dejara de adorar ídolos. En cambio, debía actuar con justicia y tener misericordia unos con otros. Los profetas advirtieron al pueblo que debía dejar de hacer el mal y obedecer a Dios. Si el pueblo no hacía esto, Dios los juzgaría como culpables y los castigaría.