En el pasado, Dios había hablado a su pueblo por medio de ángeles y profetas. Pero por aquel entonces, habían pasado 400 años desde que Dios no les hablaba. De repente, un ángel vino con un mensaje de Dios a un viejo sacerdote llamado Zacarías. Zacarías y su esposa, Elisabet, era gente piadosa, pero ella no había podido tener hijos.
El ángel le dijo: “Zacarías, Tu mujer tendrá un hijo. Le pondrás por nombre Juan. ¡Él será lleno del Espíritu Santo, y preparará al pueblo para el Mesías!” Zacarías respondió: “¡Mi esposa y yo somos demasiado viejos para tener hijos! ¿Cómo sabré que esto va a suceder?”
El ángel respondió a Zacarías, “Fui enviado por Dios para traerte estas buenas noticias. Como no me has creído, no podrás hablar hasta que haya nacido el niño.” Inmediatamente, Zacarías fue incapaz de hablar. El ángel dejó a Zacarías. Después de esto, Zacarías volvió a casa y su esposa quedó embarazada.
Cuando Elisabet llevaba seis meses embarazada, el mismo ángel se le apareció de repente a un familiar de Elisabet, llamada María. Ella era virgen y estaba comprometida para casarse con un hombre llamado José. El ángel le dijo: “Quedarás embarazada y darás a luz un hijo. Le pondrás por nombre Jesús. El Hijo del Dios Altísimo y gobernará por siempre.”
María respondió: “¿Cómo será esto, puesto que soy virgen?” El ángel le explicó: “El Espíritu Santo vendrá a tí, y el poder de Dios te cubrirá. Así que el bebé va a ser santo, el Hijo de Dios.” María creyó y aceptó lo que el ángel dijo.
Poco después de que el ángel hablara a María, ella fue a visitar a Elisabet. Tan pronto como Elisabet oyó el saludo de María, el bebé de Elisabet saltó dentro de ella. Las mujeres se regocijaron por lo que Dios había hecho con ellas. Después que María estuviera con Elisabet durante tres meses, María volvió a casa.
Después de que Elizabet diera a luz a su bebé, Zacarías y Elisabet le pusieron al niño por nombre Juan, como el ángel les había mandado. Entonces, Dios permitió que Zacarías volviera a hablar. Zacarías dijo: “¡Bendito sea Dios, porque se ha acordado de su pueblo! ¡Tú, hijo mío, serás llamado profeta del Altísimo que dirá al pueblo cómo recibir el perdón de sus pecados!”